martes, febrero 28, 2012

Mírate para conocerme!


 
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"La sorpresa puede presentarse de maneras agradables y desagradables, en realidad no importa cómo lo haga. La clave es que surgen en la vida. Vas caminando por la calle y tienes una visión en túnel, muy limitada –es decir, te estás hablando a ti mismo– y no percibes nada, entonces incluso el graznido de un cuervo puede despertarte  de ese soñar despierto que a menudo es muy denso y resentido. Algo te impacta, el tubo de escapa de un coche hace un ruido inesperado y por un momento miras hacia arriba y ves el cielo y las caras de la gente y el tráfico que pasa y los árboles. Pase lo que pase, de repente ves el mundo que queda fuera de tu visión limitada.
Tuve una experiencia interesante: algo me sorprendió durante un retiro. Fue una sensación muy intensa de shundyata, la completa vaciedad de las cosas. Acababa de terminar mi práctica vespertina. Había estado practicando todo el día, y después de eso cabría esperar que yo estuviera en un estado mental calmado y santificado. Pero, al salir de mi habitación y comenzar a caminar por el pasillo, vi que alguien se había dejado la vajilla sin lavar en la zona de servicio. Empecé a enfadarme mucho.
En aquel retiro habíamos puesto nuestro nombre en cada pieza de vajilla. Todo el mundo tenía su plato, su cuenco, su jarra y también un cuchillo, un tenedor y una cuchara, y cada pieza tenía puesto el nombre de la persona. De modo que iba caminando y tratando de leer el nombre escrito en los cubiertos. Yo tenía claro de quién podían ser, porque solo había  una mujer en nuestro grupo de ocho capaz de montar semejante desorden. Siempre iba dejando sus cosas por ahí para que las limpiaran los demás. ¿Quién creía ella que iba a lavar sus cubiertos?, ¿su madre? ¿Pensaba que todos éramos sus esclavos? Estaba absorta en estos pensamientos. Pensaba: "La conozco hace mucho tiempo y todo el mundo piensa que es una practicante experimentada, pero en realidad es como si nunca hubiera meditado porque es muy desconsiderada con el resto de la gente del planeta". 
Cuando llegué al fregadero, miré el plato y el nombre que estaba escrito era "Pema", y el nombre que venía en la taza era "Pema", y el nombre que ponía en el tenedor era "Pema" y el del cuchillo también. ¡Todo aquello era mío! No hace falta añadir que mi diálogo interno se cortó considerablemente y mi mente se detuvo."
 

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